De tu balcón al mío

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De tu balcón al mío

 

Un chico de unos treinta años está sentado en el balcón de su casa. Con los ojos cerrados. Con una sonrisa. Con el sol en la cara. Está disfrutando de ese momento. Como en una película de animación vemos su sueño.

 

Está soñando con un mar. Puede escuchar las olas romper contra la bahía. Las gaviotas completan la banda sonora con sus suaves graznidos e hipnotizan su mirada con sus vuelos suspendidos sobre el agua, arrulladas por el viento como veletas sin destino. A lo lejos en el azul, un barco solitario. El mascarón de proa rompe con sus embestidas el agua salada. La vela hinchada parece seguir el baile de las gaviotas y el viento. Y de pronto una voz irrumpe en su sueño.

 

– Oye.

 

Silencio.

 

– Oye.

 

El chico abre los ojos.

 

ELLA: Buenas tardes.

 

En la ventana de enfrente se asoma una chica. Le sonríe.

 

ELLA: ¿En qué piensas?
ÉL: No pienso en nada. Estoy tomando el sol.
ELLA: ¡Venga ya! Si estás todo sonriente.
Él: Me gusta mucho el sol.

 

Silencio.

 

ELLA: ¿Qué soñabas? ¿Dónde estabas?

Él sonríe.

ÉL: En el mar.

 

El chico cierra los ojos y se oyen los sonidos de su duermevela. El mar, las gaviotas, la brisa…

 

ÉL: Hay una pequeña bahía, flanqueada por lomas verdes, y en su manto unas pequeñas casas de adobe con chimeneas diminutas. Se oyen las olas llevando un velero a ninguna parte. Y un enjambre de gaviotas sobrevuelan divertidas toda la estampa llenando el lugar con sus cantos.

 

Abre los ojos.

 

ÉL: Me encantan las gaviotas.

 

ELLA: ¿De dónde es la playa?
ÉL: Murcia, ¿de dónde va a ser?

 

Ríen.

 

ELLA: Claro, claro.
ÉL: La verdad que no lo sé. Simplemente echo de menos el mar.

 

ELLA: Y yo. (Silencio) Al menos tú has salido.

 

El chico se sonríe. Asiente con la cabeza.

 

ÉL: Sí.

 

Silencio. Miradas de cariño, casi como si se tocaran.

 

ELLA: Bueno ¿Nos vemos mañana para el aperitivo?
ÉL: ¿Pataticah con limón y aceitunah?
ELLA: Mmmmm… una marinera… con su rosquillita, su anchoíta…

 

ÉL: O un marinero…

 

Ríen. Silencio. Miradas.

 

ELLA: Ojalá los sueños se pudieran compartir.

 

Silencio.

 

Él se sonríe. Cierra los ojos. Ella se sonríe y cierra los ojos.

Se escuchan los sonidos del mar y las gaviotas que inundan distintas calles de la ciudad desiertas, silenciosas, dormidas… sumidas también en un sueño, el único que quizá nunca querríamos compartir.

 

FIN.

 

Texto e ilustración de Lita Echeverría.

Mayo 2020 – otros mes de la pandemia

 

 

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