Haz una pausa y acomódate conscientemente en una posición que te resulte cómoda para permitir profundizar en este momento. Observa los puntos de contacto entre su cuerpo y el suelo y siente la sensación de liberación profunda. Concéntrete en la respiración.
Cuando estés presente, trae a tu consciencia a tu familia. Trae, con gentileza y compasión, a todos sus miembros, aunque, si por cualquier motivo, no te resulta cómodo acudir a tus familiares, siéntete libre de seleccionar una comunidad en la que te sientas más integrado o te sea más apropiada para explorar en este momento. Pero cualquiera que sea la comunidad que estés contemplando, asegúrate de reconocer ese nivel de incomodidad que siempre existe en las relaciones y afectos con unos y otros, porque en ese lugar de incomodidad es donde nacerá nuestro aprendizaje, curación y crecimiento.
Mientras te concentras en la respiración, recuerda imágenes, lugares y sonidos particulares asociados con tu familia o comunidad. Tómete unos momentos para reflexionar realmente sobre lo que ves: colores, imágenes, sonidos, aromas. Mientras inhalas y exhalas, visualiza hasta el punto de sentirte físicamente presente en esa comunidad en este momento.
Puedes sentir, quizás, el sentido de pertenencia, lo que puede generar alguna incomodidad, por lo que, con bondad y compasión, inhalando y exhalando, busca suavemente aquello que te está haciendo vivir ese sentido de pertenencia y tráelo a tu conciencia.
Explora las cualidades de las sensaciones que acompañan a estos sentimientos de pertenencia. ¿Es algo que sientes en el corazón? O quizás hay otras partes de su cuerpo en las que sientes esa evocación de sentido de pertenencia. Mientras respiras, observa los pensamientos, sensaciones y emociones que surgen durante esta práctica.
Ahora comienza a permitir que este sentimiento de pertenencia se disuelva un poco.
Inhala y exhala y explora ahora lo que se siente al no pertenecer. Lo que sea que surja está perfectamente bien. Deja que surjan pensamientos, sensaciones y emociones y permíteles estar presentes. Ofrécete compasión a ti mismo. Coloca una mano sobre tu corazón y la otra sobre tu abdomen debajo de su ombligo. Inhala y exhala. Invita a la compasión. Quizás desees decirte a tí mismo en silencio: “En esta comunidad que conocí, sufrí de esta o aquella manera”. “El sufrimiento es parte de la condición humana”. Y, “Merecía compasión por mí mismo entonces, y merezco compasión ahora”.
Devuelve su atención a las sensaciones de respirar y de la postura. Permite que las imágenes, sentimientos, pensamientos y sensaciones que han surgido durante esta práctica se disuelvan simple y suavemente. Y cuando estés listo, vuelve suavemente y termina la práctica. También puede resultarle útil tomarte unos minutos para escribir lo que surgió en esta práctica.
(Meditación basada en las enseñanzas de la maestra Rhonda Magee)